En un mes tan especial para el recuerdo, cumpliéndose el aniversario de la partida de Karen y Felix, es difícil buscar y ubicar las palabras justas para rendir verdadero honor a estos jóvenes héroes.-
Hoy siguen cuidandonos. Cuidando a sus familias, a sus amigos, a todos los integrantes de esta Policía de la Provincia de Buenos Aires, a sus formadores, y a todos los jóvenes que como ellos, sueñan con lucir el unifrme policial.-
Quizás, estas palabras sirvan para todos los que alguna vez hemos despedido físicamente a algún ser querido.-
Para Karen, para el flaco Galarce
"CUANDO
YO ME VAYA"
Cuando yo
me vaya, no quiero que llores,
quédate
en silencio, sin decir palabras,
y vive
recuerdos, reconforta el alma.
Cuando yo
me duerma, respeta mi sueño,
por algo
me duermo;
por algo
me he ido.
Si
sientes mi ausencia, no pronuncies nada,
y casi en
el aire, con paso muy fino,
búscame
en mi casa,
búscame
en mis libros,
búscame
en mis cartas,
y entre
los papeles que he escrito apurado.
Ponte mis
camisas,
mi
sweater, mi saco
y puedes
usar todos mis zapatos.
Te presto
mi cuarto, mi almohada, mi cama,
y cuando
haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes
comer todo el chocolate
y beberte
el vino que dejé guardado.
Escucha
ese tema que a mí me gustaba,
usa mi
perfume y riega mis plantas.
Si tapan
mi cuerpo, no me tengas lástima,
corre
hacia el espacio, libera tu alma,
palpa la
poesía, la música, el canto
y deja
que el viento juegue con tu cara.
Besa bien
la tierra, toma toda el agua
y aprende
el idioma vivo de los pájaros.
Si me
extrañas mucho, disimula el acto,
búscame
en los niños, el café, la radio
y en el
sitio ése donde me ocultaba.
No
pronuncies nunca la palabra muerte.
A veces
es más triste vivir olvidado
que morir
mil veces y ser recordado.
Cuando yo
me duerma,
no me
lleves flores a una tumba amarga,
grita con
la fuerza de toda tu entraña
que el
mundo está vivo y sigue su marcha.
La llama
encendida no se va a apagar
por el
simple hecho de que no esté más.
Los hombres
que “viven” no se mueren nunca,
se
duermen de a ratos, de a ratos pequeños,
y el
sueño infinito es sólo una excusa.
Cuando yo
me vaya, extiende tu mano,
y estarás
conmigo sellada en contacto,
y aunque
no me veas,
y aunque
no me palpes,
sabrás
que por siempre estaré a tu lado.
Entonces,
un día, sonriente y vibrante,
sabrás
que volví para no marcharme.
Autor: Carlos
Alberto Boaglio
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